¿Qué sabemos sobre Templo budista de Seiganto-ji?
Ubicado en la mística región de Wakayama, el Seiganto-ji es un templo budista que invita a los viajeros a sumergirse en la antigua espiritualidad japonesa. Esta joya de la tradición es parte integral del Kumano Sanzan, el conjunto de tres santuarios sagrados de Kumano, y su historia se entrelaza con las leyendas y creencias que datan del periodo Heian (siglo VIII-XII).
Seiganto-ji se fundó, según la leyenda, en la época del emperador Nintoku (siglo IV), cuando un monje, inspirado por la cascada de Nachi —una de las más altas de Japón—, colocó una imagen de la diosa budista de la compasión, Kannon, en el corazón del templo. Desde entonces, este lugar sagrado ha sido testigo de siglos de fe y cultura, convirtiéndose en el primer templo de la ruta de peregrinación Saigoku Kannon, que recorre 33 templos dedicados a Kannon en Japón.
El templo principal, restaurado en 1590 por órdenes de Toyotomi Hideyoshi, es considerado un importante bien cultural. Con su imponente estructura de madera y su arquitectura tradicional, la edificación deslumbra en medio del bosque. Las 473 escalinatas de piedra que conducen al templo brindan una experiencia única, rodeada de naturaleza, que permite desconectar del mundo moderno y experimentar una atmósfera de paz y reflexión.
Un aspecto interesante del Seiganto-ji es su cercanía y conexión histórica con el santuario Kumano Nachi Taisha. Aunque los dos sitios representan diferentes religiones (budismo y sintoísmo), su armonía simboliza la fusión cultural y religiosa de Japón. En sus orígenes, ambos lugares se unían en la práctica del sincretismo de la montaña sagrada de Nachi, lo que los convirtió en un centro de peregrinación budista y sintoísta.
La experiencia en Seiganto-ji no se limita a la historia y la espiritualidad. Este lugar cuenta con tesoros únicos, como la campana de bronce, el pagoda de piedra y una colección de estatuas budistas que datan de la era Heian, algunas de las cuales se encuentran en el Museo Nacional de Tokio.
Para llegar, se puede tomar un camino escénico desde el pueblo de Nachi-Katsuura, lo cual permite disfrutar de un paseo por los paisajes costeros y montañosos. Seiganto-ji, rodeado de una densa vegetación y bajo la sombra de Nachi-no-taki, la impresionante cascada de 133 metros de altura, invita a los visitantes a sumergirse en la magia y el misticismo de un Japón antiguo, ofreciendo una experiencia enriquecedora que mezcla naturaleza, espiritualidad e historia.